La política, que dicen los políticos nos gusta, es la democracia. Como solo la conozco de oídas no puedo estar seguro de esa afición.
Inventada, mejor dicho etiquetada, unos cuantos cientos de años antes de lo que se viene llamando época después de Cristo, pervive tras veinticinco siglos porque, desde entonces, nunca ha ido conforme con lo que definieron aquellos sabios debía ser la democracia. Empezaron ellos mismos, nada más inventarla, a ponerle sus peros, sus correcciones, sus apartados, sus exclusiones a la hora de votar, y sobre todo a la hora de poder ser elegidos: empezaron los tipos de democracia, las reglas, la letra pequeña... Y así seguimos
En lo que sí han estado de acuerdo desde sus comienzos, todos los que han mandado en cualquier parte del mundo, siendo de la calaña que hayan sido, ha sido en otra invención política que pronto caló: el imperio de la ley; que con mayor propiedad debería llamarse imperio del que hace la ley. Si las leyes se redujeran a las que son asépticas, necesarias para la convivencia social, respetuosas con el individuo, con la voluntad del individuo, cabrían en un pequeño cuaderno.
Las leyes tienen un requisito previo a su aprobación, no se hacen sino es ha gusto del que manda, persona, grupo o partido político, siempre adobadas con ser consecuencia de una petición de la mayoría, pero con la primigenia y oculta intención de obligar a obedecer al que no está de acuerdo con los que la hacen; y siempre con el punto de mira puesto en el beneficio recaudatorio que puedan producir. El beneficio individual, a una mayoría de los individuos, queda secundario, lejano, escasamente apreciable y circunscrito a las proximidades de las épocas electorales.
Basta con ser político para poder valer igual como ministro de industria que como ministro del ejército; y así resultan las leyes: se hacen reglamentando y metiendo las narices en todos los aspectos de la vida del ciudadano. No es necesario ser ducho en ninguna materia solo hay que ser hábil en el reparto del dinero extraído incesantemente al pueblo con la buena, y aireada, finalidad de mejorar su existencia. Siglos y siglos haciendo leyes nuevas que generalmente no eliminan las anteriores, que cambian la forma pero no el fondo; que cambian los diezmos por las tasas o impuestos pero siguen incrementando su valor y el poder decisorio de la política antes sobre los súbditos, ahora sobre los ciudadanos.
Como en los siglos anteriores al XIX se comenzaba ejerciendo de aprendiz en un comercio para tener posibilidad de llegar a comerciante, industrial o banquero, en la política seguimos propiciando el mismo camino: hay que entrar de aprendiz e ir haciendo méritos para llegar a catedrático en todo, a servir para cualquier puesto. No importa del cariz que sean los méritos, son méritos y son suficientes.
Cándido, ignorante, analfabeto en política, ni siquiera próximo a ese analfabetismo que parece ser necesario para entrar en ese mundo especial, me atrevo a hacer cinco sugerencias ante la obsesión, o el autoengaño, que tienen los llegados, en creer es su carencia de explicación (dicen bien: de inmersión del público) de sus actuaciones la causa de su lejanía, costosísima existencia y rechazo, llevándolos a repetir, cada 3 ó 4 años, las mismas propuestas con aires de novedad y al alivio de no tener que buscar novedades.
No veo ahí la carcoma originaria del alejamiento, de la inestabilidad de éste edificio que contemplo desde hace 40 años, sino en los siglos de “marear la perdiz sin llegar a permitirle comer el grano” donde hasta al más tonto va despertando.
¿Merecería la pena volver a empezar; pasar una legislatura, si al final se hubieran logrado únicamente estos cinco cambios en la sociedad española?
1 Cambio en la ley electoral.-
1. a.- En la última renovación democrática se aceptaron las primeras transgresiones a la democracia ocultando las conveniencias particulares detrás de la necesidad de gobernabilidad. Ahora no se eligen personas sino partidos, que obedecen a una persona. Persona previamente elegida por el partido y puesta como señuelo para que sea votada. Se elige al elegido por los mandarines del partido. Una ves elegido aparece el partido y manda, cumpliendo o no el programa elaborado, designado, confeccionado por el partido; traje hecho para el elegido como futuro presidente. Y, sobre todo, el partido coloca cientos de cargos políticos sin que nadie los haya votado ni directa ni indirectamente, sino colocados por estar ahí, en el partido, desconocidos, en los aledaños del partido que pare leyes a porrillo.
1. b.-Reminiscencia de siglos anteriores sigue valiendo más el voto de unas personas que de otras. Regiones, circunscripciones y un largo etc. hacen valer más el voto de un ciudadano que el de otro.
1. c.-Se han inventado y aceptado como democráticos una serie de artilugios para asignar los escaños: diferentes en cada país pero siempre conducentes a tergiversar los ya transformados resultados electorales en su paso por el apartado anterior. En un parlamento en el que la mayoría absoluta de un partido o lograda después de combalaches posteriores al acto electoral entre partidos, dista y altera gravemente la representatividad de la voluntad del pueblo. Incluso la voluntad mayoritaria puede ser suplantada por la unión de los perdedores que sólo ven sus afinidades tras la necesidad de unirse para desplazar al más votado.
1. d.- El voto en blanco, expresión popular tan válida como el voto a un partido, a un candidato; debería ser reflejo de la apatía o el rechazo activo a los candidatos, reflejándose en escaños vacíos. No niega la acción democrática del votante que emite su voto en blanco sino que afirma su rechazo a todos los candidatos, No se contempla este voto por su influencia sorpresiva que tendría en la cocina de estos partidos que se dicen democráticos. Pero al igual que el voto de los negros o el de las mujeres es un paso pendiente en este caminar hacia una democracia más real.
2.- Poder judicial independiente.
Cuando el vicepresidente del gobierno Sr. Guerra , recién estrenada la nueva democracia, festejó hace más de 35 años, pública y alegremente, la muerte de Montesquieu en el panorama español, había asestado una herida mortal (más) al proceso democrático de España. ¿Qué misión tiene un ministro plenipotenciario sobre la judicatura sentado en las reuniones de un Consejo de Ministros que se dice democrático?.- ¿Dónde queda la independencia del poder judicial? ¿Tiene la obligación de guardar secretas las deliberaciones del Consejo de Ministros?.- ¿Puede influir el ministro de Justicia en la independencia del Poder Judicial por intereses del Consejo de Ministros? Debería desaparecer el Ministerio de Justicia.
¿Como es posible que un parlamento que ha sufrido tantos retoques antes de asignar sus escaños para acomodarlos a los partidos políticos en liza pueda elegir jueces, rectores de la judicatura, titulándolos representantes de la independencia del Poder Judicial?
3.- Eliminación de funciones y reglamentaciones en la Administración que solo tienen misión recaudatoria y chocan frontalmente con las libertades del individuo a cambio de beneficios dudosos, parciales o interesados selectivamente. Han configurado un estado elefantiásico con las narices en todos los guisos del país.
Amparados en los derechos sociales nos hemos llenado de leyes y normas que no respetan la libertad del individuo dejando de ser un derecho social para convertirse en un escueto reglamento social. Con el subterfugio de caminar hacia la socialización nos han llevado a la reglamentación de la sociedad. Confundiéndose derechas e izquierdas en el forcejeo por demostrar quien es más reglamentista.
Anteponer los derechos sociales a la libertad individual es un contrasentido, porque ésta se encuentra en el origen de todos los derechos sociales.
Canadá acaba de legislar (4-5-15) que cada ley que apruebe su Gobierno o Parlamento debe eliminar otra existente. Puede ser una forma de iniciar la corrección de errores.
4.- Libertad de enseñanza .-
Durante mas de un siglo se viene limitando la discusión entre enseñanza pública, enseñanza privada, y enseñanza concertada aceptando, ahora, en los últimos 40 años, todos los españoles, que la enseñanza dirigida por el gobierno es la enseñanza pública y en libertad, cuyas limitaciones son necesarias en función de una igualdad. Ficticia e intercambiable con una protección especial a los más necesitados que cuando salta por encima del concepto de igualdad se le oculta con el recurso a: que pague más el que más tenga, aunque deje de ser igualdad.
Basar el logro de la igualdad en dictar leyes que contemplen el número de aulas autorizadas por centro docente, redistribuir los alumnos según conveniencias gubernamentales de ocupación de centros, según la residencia de los familiares directos, según la declaración de la renta, el lugar de trabajo de los padres, dictar las asignaturas a cursar, o acciones similares es imponer cotos ideológicos contrarios a la libertad del individuo.
Recordando los tiempos de la transición, cuando parecía que íbamos a progresar en democracia y por lo tanto en libertad, traigo una sugerencia de aquel gobierno del Sr. Suárez que el socialismo no quiso ni oír comentar cuando propusieron el estudio de su forma de aplicación: el cheque escolar. Esta igualdad es más respetuosa con el individuo, con su libertad, enviar el dinero donde cada padre quiera llevar sus hijos, siempre que esos centros cumplan una condiciones mínimas, generales, impuestas por el Estado, iguales para todos los centros con financiación pública, que seleccionar, limitar el número de aulas, discriminar e influir en todo el proceso de docencia, condicionándolo al parecer del ministerio de educación de turno.
5,-Libertad en las prestaciones sanitarias.- Desde hace tres cuartos de siglo el Estado, antes dictadura ahora democracia, envía sus dotaciones económicas a los centros a los que obligatoriamente, conduce a los usuarios-pagadores.- Era una norma acorde con el carácter dictatorial del aquél régimen. No ha cambiado porque se sigue utilizando su finalidad impositiva como arma redistributiva de la riqueza y sostén de la burocracia. El dinero debería ir donde va el beneficiario de las prestaciones sanitarias no el beneficiario a donde ha enviado el dinero el Estado. El control estatal de todo lo relacionada con la sanidad: economía, personal, funciones, prestaciones, obras, todo lo referente a la asistencia sanitaria, con sus consiguientes derivaciones a corrupciones, cohechos, prevaricaciones... ha estado presente desde su fundación y ha ido incrementándose con el desarrollo de las prestaciones sanitarias. Es lo que no quieren perder sindicatos y organizaciones profesionales.
Seguir admitiendo que la financiación pública de los dos baluartes actuales del socialismo: educación y asistencia sanitaria, son públicos porque son bienes sociales ha sido el engaño socialista admitido por una gran mayoría de los ciudadanos. Lo público es sinónimo de financiación pública independientemente de quien manda en el Gobierno y de quien da la prestación; cuya ideología, sea la que sea, boqueará sus últimos suspiros mientras la incultura domine la población, pero no debe confundirse, interesadamente, ser público con todo el quehacer relacionado con la educación o con la sanidad. Sigue siendo una postura dictatorial, no le ha llegado, todavía, la democracia. En un país democrático, el respeto a las libertades individuales debe imperar tanto en la organización de lo público como de lo privado. Al Estado le corresponde ser aséptico vigilar la corrupción, la malversación, la prevaricación... todo con lo que ahora convive, y tapa la Fiscalía del Estado, con la soflama ideológica de la contraposición entre lo público y lo privado.
Miguel López-Franco Pérez