Tu libertad existe en la medida que otro disponga de ella
Cuando el General Franco designaba los derroteros de España, la mayor dificultad para poder elegir colegio donde fomentar la educación de los hijos estaba en la disposición económica individual para afrontar los recibos escolares que, generalmente, imprimían las ordenes religiosas; donde el título de profesor aparecía, de la noche a la mañana, según las necesidades docentes del regentado colegio. La enseñanza pública, gratuita o casi gratuita, la impartían catedráticos por oposición, con un nivel medio de formación docente más elevado que su nivel de adscripción política; aunque ésta tuviera una alta calificación en el curriculum. En todos ellos, públicos o privados, el número de alumnos por clase estaba regulado con manga ancha, además el numero de clases por curso lo decidía la dirección de los centros. Los centros apuntaban su número de clases para cada curso en función de las posibilidades de “llenarlas” de alumnos. Existían de esa forma, grandes posibilidades de acudir a la enseñanza en el centro que libremente decidían los padres de los escolares. Su única dificultad: el dinero. Oprobiosa barrera social que la silente oposición atribuía a la complacencia del gobierno con la Iglesia. Lo escolares de aquella época empezamos a relacionar esa discriminación monetaria con la dictadura.
Las asignaturas de cada curso, obligatorias tanto en la enseñanza publica como en la privada, las decidía el Estado, asegurando el nivel de su conocimiento con exámenes al final de todo el periodo de bachiller. Era otro signo de la forma dictatorial de un gobierno que imponía la formación de la juventud según sus criterios de utilidad al Estado.
La potestad de los padres sobre la educación de sus hijos pudiendo elegir colegios, institutos, universidad o formación profesional no era un signo de libertad sino de despreocupación del Estado por el cuidado de la juventud.
Así vividos los condicionantes dictatoriales, hace treinta y dos años desapareció el general y su “dictadura”; por el gobierno han pasado durante los decenios siguientes, los antaño adalides clandestinos contrarios a la dictadura que iban a realizar cambios, en nombre de la libertad, hasta dejar España irreconocible por la madre que la parió. Su libertad como grupos políticos llegó, y ahí se acabaron las restantes libertades. ¿Qué ha cambiado en la educación.? ¿Dónde está la prometida libertad del individuo?
Ha pasado una generación de estudiantes por los colegios e institutos españoles. En treinta años han conocido cuatro cambios de “planes” de estudio del bachillerato: EGB, LOGSE, LODE, ESO....Lo de todos: asignaturas que se daban en primer curso ahora se darán en segundo o viceversa; el contenido de tal asignatura se modifica para introducir los conceptos que interesan al ministro, o al partido de turno, según sus intereses o los del partido que les apoya en el gobierno; los ciclos se expanden o reducen con vistas a las expectativas laborales; se crean asignaturas o se expanden a través de los cursos existentes para dar colocación a uno grupos determinados. Es la cultura general supeditada a la planificación e intereses estatales; son las carteras portalibros de los bachilleres pesando hasta doblar y malformar sus espaldas; un largo etc. de cambios para encontrarnos, al final de treinta años de cambios, el mismo bachillerato que hace cuarenta años: los mismas materias con distintos nombres, los mismos profesores con distintos nombres, las mismos controles (exámenes) con distintos nombres, los mismos libros con cambios cada año porque el del año anterior mostraba deficiencias o errores. ¿Por qué cada año, durante los últimos 30 años, los responsables de elegir e imponer los textos que han de seguirse en cada curso del bachiller, han visto la necesidad de remplazarlos? ¿No estará en ello una de las causas del menor nivel cultural general (incluidos los seleccionadores de los textos) puesto de manifiesto en todos los estudios de valoración de la cultura de nuestros bachilleres?... Cada nuevo Gobierno, orgulloso de su nuevo proyecto, sigue dirigiendo, controlando, dictando normas educativas. Es su libertad la que expande y no la del ciudadano. Malformación ideológica reflejada en los bachilleres al observar la malformación de sus columnas vertebrales a costa de la ciencia que pasean y soportan diariamente, con escaso alcance a sus cerebros.
La barrera económica fue semi-derribada con la concertación económica voluntaria de los colegios privados con el Estado: a cambio, tuvieron que admitir una pleyade de limitaciones: docentes, organizativas y controles políticos, que han reducido, en vez de ampliar, la libertad de elección de centro educativo a todos los padres, tanto de la enseñanza publica como en la enseñanza privada concertada. En lugar de aumentar el número de centros docentes se redujo, por ley, el numero de sus alumnos por clase y el número de clases que podían tener acceso a la concertación en cada centro. Así, aumentando la demanda hasta el nivel, o por encima, de las posibilidades de puestos escolares existentes se provocó la masificación utilizada como arma de necesidad reglamentaria. Esa reglamentación obligó, obliga y facilita la distribución y control político de la docencia escolar. La antaño libertad condicionada por las disponibilidades económicas se ha cambiado y reducido con medidas dictatoriales, que afectan a más población que antaño los condicionantes económicos.
Las asignaturas del bachillerato impuestas por el Estado; siguen siendo todas exclusivas, excluyentes y obligatorias. Hasta las escasas asignaturas liberadas como opcionales se corresponden con una rama docente estanca. No ha mejorado la libertad de los padres ni la de los alumnos. En simulacro de liberalización se han creado ramas que condicionan opciones de estudios, con asignaturas asignadas a cada rama, similares o repetidas en cada una de ellas. Aparecen los “tics” del subconsciente dirigente, las dificultades, la ley ajena al conocimiento y su aprendizaje, cuando se quiere cambiar de rama, de Facultad, de Universidad o de inscripción en carrera universitaria posterior.
El concepto de dependencia padres-hijos ha sufrido continuos ataques en todas las etapas democráticas: ha soportado además del inveterado intento de planificarles el qué y el como de la educación de los hijos, la difusión, siguiendo la sentencia “siembra que algo queda”, de esa propuesta en la que los hijos deberían vincularse al Estado, a quien correspondería cuidarlos, educarlos y planificar su futuro. Recomendación escrita hace dos siglos, en un famoso libro, no precisamente por sus propuestas de libertad, pero de gran influencia social durante todo el siglo XX.
Por si ocurriera algún día que algún gobierno decidiera cuidar más al individuo que a trasnochadas ideologías y buscara el respeto al ser humano, dando libertad intelectual a todos los ciudadanos. Por si acaso las ideas le son menguadas en la parcela de la educación, por construir tras destruir, aporto cinco puntos que deberían estar presentes en un contexto social de libertad de la persona:
1. Libertad en la elección de centros y en la movilidad entre ellos.
a) Repartir el dinero procedente de impuestos destinado a pagar la docencia, en tantos cheque escolares como alumnos censados. Entregarlos a los padres para ser cobrados por el centro escolar donde los padres los hayan inscrito. No podrán cobrarse individualmente.
b) Primar económicamente a los centros escolares sin distinción de ideología, titularidad o creencias religiosas; únicamente en relación con el número de alumnos que haya captado en cada curso escolar (Cheques escolares aportados más prima por su volumen)
2. Liberar la formación cultural de la juventud según preferencias de los padres y de los jóvenes
c) El Estado establecerá un listado de asignaturas muy amplio que considere útiles en la formación cultural de la juventud española; cuyo valor numérico, individual y único, asignado a cada asignatura compondrá la puntuación del alumno tras ser superado el examen de ella. La suma de todas las puntuaciones del listado de asignaturas útiles propuesto por el Estado debería ser, aproximadamente, el doble que la puntuación considerada necesaria para obtener la titulación de bachiller.
d) Los padres hasta la edad de 16 años del hijo elegirán de ese listado las asignaturas de cada curso que irán conformando su curriculum, según sus deseos de formación cultural futura para su hijo. Elegirán el centro que más se acomode a las asignaturas por ellos elegidas para cada curso escolar. A partir de los 16 años lo haría el alumno completando las asignaturas que le sean precisas en su curriculum para acceder a la facultad universitaria que vaya a elegir.
Liberar la docencia universitaria
e)Cada Universidad debe ser independiente en su administración, contratación del profesorado y en la puntuación de los curriculula solicitados para la admisión de alumnos.
f)La dotación económica estatal de cada Facultad debe estar en función del alumnado y no del número de profesores, personal, situación geográfica u otros parámetros. ( al igual que en el bachiller: número de alumnos inscritos más prima por su volumen)
g) Cada Facultad debe tener libertad en la distribución de sus cátedras, horas lectivas y prácticas.
h) La titulación de cada Facultad dará acceso indistintamente al ejercicio profesional privado o al público con los requisitos de admisión que en cada uno de ellos se establezcan.