Desde que el homo sapiens deambula sobre la Tierra arrastra su forma de soportar la vida, cambiante con los tiempos. Tras millones de años anónima, mentes preclaras en el etiquetado dieron, en el siglo XX, en denominarla Calidad de vida... y ha hecho fortuna. Los condicionantes de la progresiva contemplación, e intromisión, en el vivir ajeno han hecho el resto: su universalización. Han creado, concienciado e impuesto, los aditamentos del vivir que cada uno posee voluntaria u obligatoriamente, para medir la denominación del bienestar que disfruta. Han unido, en ese concepto, los aspectos que van surgiendo por la búsqueda de un menor esfuerzo, un menor sufrimiento, un mayor placer. Todos metidos en la carpeta de calidad de vida han conformado, e imponen a su vez, los cambios en el vivir humano acaecidos a lo largo del último medio siglo. La calidad de vida ha pasado de ser sentimiento íntimo a expectativa evaluable; son condiciones que van surgiendo a medida que el progreso económico permite acoplar a una forma de vivir aspectos que con el márchamo de “mejor” se han considerado favorecen una vida terrenal más llevadera, más soportable.
¿Que es la calidad de vida? ¿Aceptaríamos es el conjunto de aspectos ajenos a la persona que le proporcionan bienestar físico y mental? Es posible. Donde el acuerdo será más problemático es en determinar cuales son esos aspectos, y, sobre todo, en la cuantificación de las situaciones que cada persona entiende componen esa calidad integral, en su consideración del transitar por la vida, La calidad de vida de cada persona es el resultado de las distintas formas de concebir esos aspectos externos e internos que se acercan a cada una de ellas. Tendrá infinitos matices. Incluso serán matizadas cantidad o cualidad según hacia donde se considera: `para uno mismo o para un ser ajeno. Con los mismos parámetros la percepción de cantidad de esa calidad de vida será diferente viéndose desde la intimidad o desde la lejanía del prójimo.
Hay aficionados a medir todo, auto-adjetivados modernos o progresistas, en cuyo subconsciente anida el deseo de reducir a parámetros controlables los acontecimientos de cada individuo; intentan dimensionar la calidad de vida chocando, suelen ignorarlo, con la diversidad y la libertad del individuo. Crean referencias medibles incluyéndolas en lo que a un grupo de ellos les ha parecido que debe considerarse calidad de vida; computan porcentajes de calidad de vida con relación a hechos concretos y sacan conclusiones cuantificadas de un parecer que aplican, por extrapolación, a la inmensa mayoría. Esa calidad de vida considerada total oficialmente, no coincidirá con lo tenido por completa calidad de vida de ninguno de los consultados, pero para esos libadores de conclusiones que hacen normas, las socializadas cifras serán suficiente hito de modernidad, de progreso, a las que deben favorecer las leyes.
En medicina, la calidad de vida se reduce a la valoración de las consecuencias sanitarias del enfermar; se relaciona con la perfecta integridad funcional de cada uno de los órganos que componen el cuerpo humano; con la sincronía en el funcionamiento de todos los engranajes que lo componen. Sus máximas expresiones están en la ausencia del dolor y la insensible coordinación de funciones corporales. Evitar el dolor o la discapacidad que puedan producir las alteraciones orgánica dan una medida de la calidad de vida del ser humano que desgraciadamente algunos médicos toman por universal siendo limitada a la proporcionada por la posibilidad de controlar las correlaciones biológicas del individuo. Pese a su intento de hacerla predominante no pasa de ser una mera circunstancia
Saliendo de los aspectos sanitarios ¿cómo puede una persona, cuya consecución de su ideal de bienestar completo ha sido condicionado por las estadísticas, encontrar en las prestaciones de bienestar social, socializado, su propio bienestar; mayormente si ésta es una consecuencia del discernir individual? Hay que hacer acopio de un carácter de la mente humana para comprenderlo: El conformismo. Cuando algún ser humano, hombre o mujer, impuso las condiciones de vida a otro semejante sin más alternativa que lo tomas o lo dejas: horarios, días de trabajo, de descanso, horarios de comidas, tiempos de vacaciones, sueño y ensueños, hace unos miles de años, inició ese conformismo en la forma de vivir que ahora, en su ordenada imposición llamamos “progreso”. La realidad es que limita el concepto de calidad de vida, ya que está condicionando, reduciendo a esquemas establecidos, la libertad que debería inspirar toda calidad de vida.
En la era del consumismo, del materialismo, la elaboración mental de la calidad de vida en muchas personas se ha limitado, por imposición del progreso, al conformismo en las relaciones laborales y en las consecuencias materiales de esas relaciones laborales: la opulencia, la disponibilidad económica, el poder. Tiene mejor calidad de vida quien puede viajar en VIP, hospedar en hoteles de cinco estrellas, poseer varias fabulosas residencias, tener enormes ganancias económicas, amistades en los aledaños del poder o en el poder, que quien tiene que viajar en clase turista, hospedarse en hoteles de dos o tres estrellas, su residencia es modesta, su salario menguado y su círculo de amistades no dispone en grande más que de su capacidad de apoyo moral, que mejor que grande es grandeza.
Circunstancias físicas, materiales, más dependientes del gasto económico invertido en su adquisición que de los valores humanos invertidos u olvidados para poseerlas, rigen los parámetros de la calidad de vida. Particularidades de escaso valor, ensalzadas hasta ser exclusivas, alejándolas de la fisiología que debería comportar los circuitos mentales individuales en la calidad de vida: la convivencia, el conocimiento, el raciocinio, la amistad, la hidalguía, la honestidad. Calidad de vida en la forma de ser para regir una calidad de vida en el vivir. Interesada y subliminalmente se está aceptando como universal calidad de vida esa presencia en el escaparate, reducida a la satisfacción en la contemplación de atributos físicos o sociales, borrando la otra parte del ser humano: la vida interior con uno mismo y su proyección al medio que le rodea, del que no solo recibe sino al que le otorga.
Circuitos conocidos desde que los filósofos griegos comenzaron a valorar el ser humano, semi-ignorados en el mundo del saber médico hasta la llegada de Paulov(Nobel de 1904), componen lo que se ha dado en llamar la percepción, que no se limita a sentir una herida, una enfermedad, o un daño moral sino a la elaboración de una respuesta, generada por ellas, tras ser elaborada e impresa en la mente como sentimiento.
. Volvemos a encontrar la mente condicionando la calidad de la vida. La interiorización del dolor, de las circunstancias externas sociales, laborales, económicas, ambientales, del beneficio o perjuicio que causan individualmente diferentes grados de respuesta de placer o rechazo, configuran la propia calidad de vida, tan igual y distinta de unas personas a otras como las huellas dactilares. La intensidad y diferente valoración de esas percepciones alteran la medida de lo que cada individuo pueda considerar que su calidad de vida esta afectada.
¿ Está afectada la felicidad en igual medida en todos los individuos con la misma calidad de vida? ¿Habrá personas más felices que otras con igual calidad de vida?
Modificar los cambios físicos que alteran la calidad de vida de los seres vivos es posible con la ayuda que puede proporcionar la medicina. Liberar, moderar, rechazar,aceptar, la forma de percibir esas situaciones físicas, ambientales, de relación, solo es posible utilizando una poderosa arma: el raciocinio, el acto más elevado de la mente humana: elevar el discernimiento por encima de las hechos materiales y situaciones físicas. Para poseerlo es necesario cultivar el conocimiento; continuada forma de elaborarlo que paralelamente irá configurando, a lo largo de la vida, las cualidades humanas de cada persona... Es una estación por la que pocos trenes pasan.
Conformismo, percepción y raciocinio son frutos elaborados por cada persona. En su armonía reside la esencia de la calidad de vida. Esa calidad de vida sentida por destilación íntima del libre raciocinio del individuo es muy difícil reducir a parámetros.
Abril 2008
Opiniones de un espectador